El correo electrónico llegó un martes por la tarde, como una ráfaga de aire frío en una habitación cálida. Vilma, la célebre autora y oradora, venía a la Ciudad de México. La noticia me llenó de una mezcla de excitación y temor. Sabía que esta era mi oportunidad para presentarle mi novela y comentarle sobre mis terapias, una oportunidad que podría cambiarlo todo.
La invitación fue repentina, apenas un día de antelación. Mis pensamientos comenzaron a correr como ratas en un laberinto, buscando una salida. Evalué mi apretada agenda, las responsabilidades que tenía y la incertidumbre del clima lluvioso. Finalmente, me decidí a ir, sabiendo que las mejores oportunidades a menudo se esconden tras una cortina de caos.
El día del evento, la Ciudad de México estaba envuelta en una niebla de lluvia que parecía querer engullirlo todo. Mientras recorría el Paseo de la Reforma, las gotas de lluvia golpeaban como pequeños dedos ansiosos. Los recuerdos de mis múltiples visitas a esta zona me asaltaban: reuniones de negocios, conferencias en la Academia, todos ellos con un matiz de deja vu inquietante.
Llegué al Museo de Antropología, un monolito de historia y misterio. La entrada estaba rodeada de vendedores ambulantes que gritaban sus ofertas, sus voces se entremezclaban en una cacofonía casi hipnótica. Parecía un mercado más que un museo.
Frente a la entrada, unas diez personas esperaban bajo la llovizna. Le pedí a la encargada que me dejara usar el baño, pero su negativa fue tan fría como la lluvia que nos empapaba. Me quedé esperando, intercambiando miradas y comentarios con dos mujeres que también estaban atrapadas en este limbo. La lluvia se hizo más intensa, cada gota parecía llevar un mensaje secreto del universo.
Finalmente, a las seis y media, nos dejaron entrar. Al llegar al auditorio, me encontré con una fila de unas sesenta personas que ya estaban allí, como espectros que habían encontrado su lugar antes del cierre del museo. Me apresuré a usar el baño y luego me uní a la cola para comprar el libro de Vilma. Mientras esperaba, charlé con una de las mujeres sobre diseño de vestuario y cómo podría incorporar sus ideas a mi marca personal.
El ambiente dentro del auditorio era casi irreal. Los organizadores nos pidieron que nos sentáramos en orden, y pusieron un audiolibro de Vilma para calmar la tensión. La voz de Vilma llenó la sala, pero después de varias repeticiones, se volvió inquietante. A las siete en punto, Vilma entró, y el auditorio estalló en aplausos. La observé desaparecer tras las cortinas, preparándose para su presentación.
Cuando comenzó a hablar, su presencia era magnética. Compartió detalles sobre su vida, sus negocios y consejos sobre cómo crear una marca personal. La audiencia estaba embelesada. Terminó respondiendo a dos preguntas y anunció la firma de libros.
El caos se desató cuando la gente se formó en desorden para obtener su autógrafo. Los organizadores parecían incapaces de mantener el control. Después de algunos intentos fallidos de imponer orden, decidí simplemente unirme a la fila.
Mientras avanzábamos, comenté con la mujer a mi izquierda sobre la desorganización y cómo numerar a las personas habría evitado el caos. Ella se dedicaba a la edición y publicación de libros, lo cual me llenó de entusiasmo dado mi propio interés en publicar mis obras. Intercambiamos datos y hablamos más sobre nuestras respectivas áreas de trabajo.
Finalmente, llegué al escenario. Una asistente tomó mi libro para dárselo a Vilma, y otra persona tomó mi celular para fotografiar el momento. Cuando estuve frente a Vilma, su sonrisa fue un rayo de luz en la oscuridad. Le dije lo emocionado que estaba de verla y le mostré mi libro, explicándole mi interés en colaborar. Ella leyó la portada y me agradeció. Le mencioné también mis terapias, y me dijo que contactara a su organización.
El tiempo parecía detenerse mientras firmaba mi libro. Los coordinadores me presionaban para moverme, así que rápidamente escribí una dedicatoria para ella y le di el libro. Me devolvieron mi celular y salí del museo con una mezcla de satisfacción y anticipación.
Había cumplido mi objetivo, pero ahora me enfrentaba a la incertidumbre de una respuesta. Esperaré unos días, y si no recibo noticias, me pondré en contacto con su equipo. Esta experiencia, en medio de la lluvia y el caos, fue una prueba de resistencia y determinación.
Espero que mi relato te inspire y te motive para decirme qué te dejó la lectura ¿Lo harás?
Saludos,
Dr. Silvano Leonardo
– Instructor
– Constelador familiar y organizacional
– Terapeuta atemporal sistémico
– Master & Bridge Coach
– Escritor
– Comunicador
Nota 1:
Esta es una de las versiones, de escritores famosos, que le pedí a la i.a., me hiciera de mi escrito original. Te pongo abajo las versiones. Una de ellas es la original.
- “El Encuentro Encantado: Magia y Misterio en el Museo”
- “En las Sombras del Museo: Un Encuentro con el Desconocido”
- “La Larga Espera en el Museo: Un Viaje a la Absurdidad”
- “El Evento en el Museo: Lluvia, Caos y Destino”
- “El Encuentro en el Museo: Un Viaje de Conocimiento”
- “Quería hacer chis y no me dejaron”
Y te invito a que después de leerlas me digas los nombres de los escritores que, según la i.a., así los hubieran escrito.
¿Te animas? Así nada más porque tienes ganas ¿O necesitas un incentivo?
Escríbeme un mensaje al Whats
Nota 2: En las otras versiones te pongo otras fotos.
Las fotos en donde aparezco con Vilma, están en la versión original.
Nota 3: Próximamente pondré un texto de cómo relaciono esta publicación con el coaching sistémico e integrativo.. Date tus vueltecitas